domingo, 31 de agosto de 2008

Foreign Affairs - The Age of Nonpolarity - Richard N. Haass

Foreign Affairs - The Age of Nonpolarity - Richard N. Haass

Resumen: Las relaciones internacionales en el siglo XXI están marcadas por la impolaridad donde el poder no se concentra sino que se difumina, y la influencia de los estados-nación disminuye a medida que la de los agentes no estatales aumenta. Esto sin embargo no es necesariameente solo malas noticias para los EEUU dado que áun pueden manejar la transición y hacer del mundo un lugar más seguro.

El siglo XX comenzó claramente multipolar para pasar luego a ser bipolar en el periodo de la guerra fría luego de lo cual se transformó en unipolar - un sistema internacional dominado por el poder de los Estados Unidos. Pero hoy el poder es difuso.

En contraste con la multipolaridad - que involucra diferentes polos o las concentraciones de poder - un sistema impolar se caracteriza por numerosos centros con poder significativo.

A simple vista el mundo de hoy puede parecer multipolar dado que las grandes potencias - China, la Unión Europea (UE), India, Japón, Rusia y los Estados Unidos - contienen algo más de la mitad de la población del mundo y representan el 75% del PBI mundial y el 80% del gasto mundial de defensa. El mundo de hoy difiere de la multipolaridad: hay muchos más centros de poder, y un buen número de estos no son los estados-nación. Los Estados están perdiendo soberanía desde arriba, de parte de organizaciones regionales y mundiales; desde abajo, por las milicias y guerrillas, grupos terroristas y de crímen organizado, y desde el lado, por una variedad de organizaciones no gubernamentales (ONG) y empresas. El poder está ahora en manos de muchos y en muchos lugares.

Se plantean tres explicaciones para el fin de la unipolaridad (i) El desarrollo de los estados es acompañado por el de las empresas y las organizaciones (ii) la política norteamericana ha acelerado la aparición de centros de poder alternativos en el mundo y ha debilitado su propia posición en relación con ellos. (iii) Por último, el mundo impolar no es simplemente una consecuencia de la subida de otros estados y organizaciones o de los fracasos y las locuras de la política de EE.UU. También es una consecuencia inevitable de la globalización. La globalización ha aumentado el volumen, velocidad, y la importancia de los flujos transfronterizos de casi todo, desde drogas, e-mails, los gases de efecto invernadero, productos manufacturados, y las personas a la televisión y señales de radio, los virus (reales y virtuales), y las armas .

La globalización refuerza impolaridad de dos maneras fundamentales: (i) En primer lugar, muchos flujos transfronterizos tener lugar fuera del control de los gobiernos y sin su conocimiento. Como resultado, la globalización diluye la influencia de las grandes potencias. (ii) En segundo lugar, estas mismas corrientes con frecuencia fortalecen las capacidades de los agentes no estatales, como exportadores de energía, los terroristas, y las empresas Fortune 500 (que moverse rápidamente a personal e inversiones). El mundo cada vez más impolar tendrá consecuencias negativas para los Estados Unidos - y durante gran parte del resto del mundo también. Sin embargo, el fomento de un mayor grado de integración ayudará a promover la estabilidad. La cooperación de varios estados en una suerte de “impolaridad concertada” permitiría administrar la impolaridad y aumentar las probabilidades de que el sistema internacional no se deteriore o se desintegre.